martes, 5 de marzo de 2013

ODA AL GATO


Los animales fueron 
imperfectos,
 
largos de cola, tristes
 
de cabeza.
Poco a poco se fueron
 
componiendo,
 
haciéndose paisaje,
 
adquiriendo lunares, gracia, vuelo.
 
El gato,
sólo el gato
 
apareció completo
 
y orgulloso:
nació completamente terminado,
 
camina solo y sabe lo que quiere.
El hombre quiere ser pescado y pájaro, 
la serpiente quisiera tener alas,
 
el perro es un león desorientado,
 
el ingeniero quiere ser poeta,
 
la mosca estudia para golondrina,
 
el poeta trata de imitar la mosca,
 
pero el gato
quiere ser sólo gato
 
y todo gato es gato
 
desde bigote a cola,
 
desde presentimiento a rata viva,
 
desde la noche hasta sus ojos de oro.
No hay unidad 
como él,
 
no tienen
 
la luna ni la flor
 
tal contextura:
es una sola cosa
 
como el sol o el topacio,
 
y la elástica línea en su contorno
 
firme y sutil es como
 
la línea de la proa de una nave.
 
Sus ojos amarillos
 
dejaron una sola
 
ranura
para echar las monedas de la noche.
Oh pequeño 
emperador sin orbe,
 
conquistador sin patria,
 
mínimo tigre de salón, nupcial
 
sultán del cielo
 
de las tejas eróticas,
 
el viento del amor
en la intemperie
 
reclamas
 
cuando pasas
 
y posas
 
cuatro pies delicados
 
en el suelo,
 
oliendo,
 
desconfiando
de todo lo terrestre,
 
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del gato.
Oh fiera independiente 
de la casa, arrogante
 
vestigio de la noche,
 
perezoso, gimnástico
 
y ajeno,
 
profundísimo gato,
 
policía secreta
 
de las habitaciones,
 
insignia
de un
 
desaparecido terciopelo,
 
seguramente no hay
 
enigma
 
en tu manera,
 
tal vez no eres misterio,
 
todo el mundo te sabe y perteneces
 
al habitante menos misterioso,
 
tal vez todos lo creen,
 
todos se creen dueños,
 
propietarios, tíos
 
de gatos, compañeros,
 
colegas,
 
discípulos o amigos
 
de su gato.
Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago,
 
el mar y la ciudad incalculable,
 
la botánica,
 
el gineceo con sus extravíos,
 
el por y el menos de la matemática,
 
los embudos volcánicos del mundo,
 
la cáscara irreal del cocodrilo,
 
la bondad ignorada del bombero,
 
el atavismo azul del sacerdote,
 
pero no puedo descifrar un gato.
 
Mi razón resbaló en su indiferencia,
 
sus ojos tienen números de oro.

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